Como complemento al post anterior, queda por hablar del placer del sumiso. Si, si, aunque no lo parezca a simple vista, el sumiso también siente placer. Si no fuera así, sería difícil entender que una persona se entregase voluntariamente para ser tratada como un esclavo.
Para empezar, el placer del sumiso no se centra en el placer físico, como lo haría cualquier hombre, y más concretamente en el orgasmo, ya que ese tipo de placer está restringido cuando no prohibido, y sólo puede interpretarse, cuando llega, como un regalo. Se centra en la mente, y concretamente en aquellas situaciones que nos provocan placer mental. Este tipo de situaciones se pueden definir como sentidos. Ejemplos de ello sería el sentirse propiedad o el sentirse objeto.
El sentimiento de propiedad es algo que produce gran placer, tanto a quien posee, como a quien es poseído. El ser degradado a un objeto también produce placer, pues humilla, a la vez que otorga utilidad al objeto para la Ama.
No todos los sumisos son iguales, lo cual significa que no todos sentirán placer por las mismas cosas. Puede que algunos sientan placer en la humillación, e incluso, los masoquistas, en el castigo físico.
Sin embargo, un auténtico sumiso sentirá placer mental cuando satisface a la Ama, cuando ve que ella es feliz gracias a él, cuando sabe que ella se siente bien.
No en vano, se dice que la principal fuente de placer para el sumiso es la felicidad de la Ama. Y es lo que le motiva a continuar y mejorar.
Y por supuesto, cuando la Ama es agradecida, recibir una caricia, o una palabra de cariño es todo un placer que bien vale cualquier sufrimiento.