viernes, 9 de marzo de 2007

Penitencia


Recuerdo una vez que me habló del cilicio, justo cuando estabamos paseando por la Via Laietana. Ahora se lo que es grácias a esta noticia:


http://www.lavozdegalicia.es/veinticuatro_horas/noticia.jsp?CAT=39160&TEXTO=100000120487


Aunque las motivaciones que hacen que esta mujer lleve el cilicio son muy diferentes a las que utilizan la gente del bdsm, el propósito es el mismo, es decir, sufrir y recordar el motivo de tal sufrimiento. Y este sufrimiento es fruto de una entrega a alguien o algo, en este caso concreto un algo místico. Es interesante que salga en la prensa un caso así, que por otro lado, aunque no sea compartido por mucha gente, es entendido como forma de castigo religioso. Y es que el castigo religioso, o penitencia, está mas o menos comprendido por nuestra sociedad, sobre todo por aquella gente conservadora, que no entiende mas allá de su idea del sexo, es decir, para fines de procreación y bajo el matrimonio. Cualquier otra manera de entender el sexo, es de entrada y sin discusión, pecado.


Es interesante, que en todas las culturas de la humanidad, en mayor o menor medida, la penitencia religiosa está consentida, cuando no, fomentada por regimenes fundamentalistas. En el mundo occidental, el dolor inducido por motivos religiosos es un sacrificio y en numerosos casos, un acto de fe. El dolor en la religión cristiana, por ejemplo, pretende equiparar el sufrimiento de sus seguidores, con el sufrimiento de Jesús, y pretende a la vez, hacer pagar con dolor a cambio del perdón de los pecados. Cualquiera que practique el castigo religioso, por lógica, es masoquista. Pero un masoquista "bueno", bajo la óptica de los religiosos. En cambio, aquellos que practican el masoquismo, alrededor del sexo, practican un pecado, puesto que es una desviación, siempre bajo la misma óptica religiosa. Y la sociedad, aunque no sea religiosa, esta contaminada de este mismo pensamiento. Cuanta hipocresia !!


Cuando recibí la órden de ir a aquella misma tienda de la Vía Laietana, para preguntar por los cilicios, y otras formas de penitencia, estuve pensado como enfocarlo. Por un lado estaba la timidez de preguntar algo así, pero por el otro, por que no decirlo, estaba la idea de romper con una barrera que desde pequeño me habian inculcado: la religión, pues yo mismo tuve que sufrir en mis carnes una educación religiosa en un colegio de curas. Y eso marca, francamente.

Así que en la primera oportunidad que tuve, me dirigí a la tienda de liturgia. Desde fuera, distinguí a 3 personas, mujeres todas ellas. Así que entré y mientras me dirigia al interior, puede ver entre otras cosas, elementos de liturgia cristiana, como velas con la cruz, sotanas con simbolos religiosos de color blanco, no las clásicas y antiguas de color negro, y poca cosa mas.

Me atendió una mujer, de mediana edad, alta. Un poco mas allá, habia una monja, mas mayor, y baja de estatura. Y finalmente, habia otra mujer, anciana, sentada en una silla que posiblemente era una monja también.


Pregunté entonces a la mujer por los cilicios. Supongo que, o bien no entendió en primer momento que le pedia, o bien se sorprendió de lo que le pedia. Así que me lo hizo repetir. Me dijo que creia que no, y que se lo iba a preguntar a la monja, así que me dirijí con ella allí donde estaba. La monja, escuchó la pregunta de su compañera, me miró con cara de sorprendida, y me dijo en un tono suave y silencioso, que de esas cosas no tenian, así que aproveché para preguntarle si tenian algún otro tipo de penitencias, a lo que me dijo que no. Así que me despedí y me marché. Bien, no se que dirian a mi marcha, pero imagino que ese tipo de cosas no se las suelen pedir muy a menudo. Quizas pensaron en su santa inocencia, que era un pervertido, puesto que, al margen de mi calva, no tengo demasiada pinta de ser un cura.

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